Hace tiempo, cuando la crisis comenzaba, en ese momento en el que todos los líderes mundiales temblaban por la estabilidad financiera y se pusieron a meter dinero en los bancos como locos, Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la CEOE, se hizo socialista. Se hizo socialista, y un socialista muy radical, además. Gerardito reclamó con energía la intervención del estado, y manifestó su marxismo incipiente reclamando que se hiciera un paréntesis en la economía de merecado. La verdad es que el marxismo cobró gran fuerza esos días. Los presidentes de todos los países se hicieron muy socialistas, aunque siempre hubieran considerado que estaba muy bien ser liberal, liberales a tope. También los banqueros se hicieron marxistas, y los grandes empresarios también. Marx estaría encantado de ver cuántos nuevos adeptos sumaba su ideología. Eso pasó, como digo, hace algo más de un año, momento en el que si los gobiernos no ayudaban los bancos caerían al abismo, y eso sería horrible, tremendo, pues nadie se atrevió ni siquiera a explicar lo que a todos no sucedería. Se produciría una especie de suicidio colectivo o algo así. Era algo tan tremendo que había que evitarlo a toda costa, y a ello se pusieron los gobiernos, metiendo dinero en los bancos y endeudándose, al menos en ese momento. Era un momento en el que un hombrecillo que va de Napoleón por la vida aseguró que iban a refundar el capitalismo.
Pues bien, ha pasado poco más de un año. Hoy en día parece que la crisis se acaba, o que se va a acabar pronto, o que va a haber al menos un ligero crecimiento económico. Yo, hasta hace unos días, no estaba nada seguro de ello, al menos con respecto a España. No me fiaba nada de nadie, pues todos los que se supone saben de economía se han mostrado tan rematadamente inútiles que no me fío de ninguno de ellos en estos temas. Y cuando digo esto me refiero a todos. Me refiero al gobierno, a la Comisión Europea, a la OCDE, al Banco Mundial, al FMI, al Banco Central Europeo, al PP, al PSOE, a las agencias de calificación, etc. La verdad es que si no trabajaran en lo que trabajan todos estos inútiles se habrían ido a la calle, pero bien, ahí siguen, y es así. Pero ya digo que estoy tranquilo. Lo digo porque hace unos días oí a Gerardo díaz Herrán autoproclamarse salvador. El señor Díaz Herrán estaba muy cabreado con el gobierno de España, porque, decía, no confía en nosotros, no nos hace caso, no nos deja decidir. Y aquí ya estallé. Pero ¿cómo se puede tener tanta cara? Mendigando dinero al Estado hasta hace muy poco, proclamando lo horrible de la situación, lo necesarias que eran las ayudas, hablando de la necesidad de ayudarse, y ahora ya se acabó. Ahora ya volvemos al liberalismo. ¡Déjennos disfrutar de nuestro trabajo. ¡El Estado que no estorbe¡ Pero, ¿por qué no te vas a tu casa, hombre? Ya está bien, que una cosa es ser liberal, y otra ser un geta. Salvador, salvador, ¡menudo salvador¡ Cuando hay problemas todos me ayudan, y cuando todo comienza a ir bien que me dejen ir a lo mío, que tengo derecho a disfrutar de lo que obtengo libremente. Así que, Gerardito, sería todo un detalle que te largaras, que te quitaras de presidente de la CEOE, porque ya está bien de tanta sinvergonzonería, de tanto geta. Sería un bonito detalle, porque tanta incoherencia es muy difícil de aguantar. Y eso lo digo porque no hablo de la magnífica solvencia como empresario del señor Díaz Ferrán, que necesita un salvador hasta en su empresa, porque los trabajadores están en huelga, y parece que la empresa no va muy bien. Y por favor, no creo que la culpa de que esa empresa no vaya bien la tenga exclusivamente el Estado español, que digo yo que alguna responsabilidad tendrá el jefe en la marcha de su compañía. Además el señor Díaz Ferrán también debe dinero a Caja Madrid, pero da igual, no hay quien le eche. Él se debe sentir muy contento.
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